Saturday, July 3, 2010

¿Son acertados los planes de austeridad de Europa?

http://www.wharton.universia.net/index.cfm?fa=whatshot&language=spanish



Siguiendo la promesa de Grecia de reducir drásticamente su deuda por medio de una combinación de recortes de gastos y el aumento de impuestos por parte del Gobierno, otros países, entre ellos España, Alemania y Francia —y, recientemente, Reino Unido—, también decidieron seguir por el camino de la austeridad. Aunque muchos se pregunten si un país como Grecia estará en condiciones de cumplir sus promesas sin recurrir a la reestructuración de la deuda nacional, la gran duda, en realidad, es si las medidas de austeridad funcionarán, tal y como proponen sus defensores. “Esos países se metieron en la situación en la que se encuentran y ahora no consiguen salir de ella”, dice N. Bulent Gultekin, profesor de Finanzas de Wharton. Eso sólo será posible si reducen los gastos, aumentan los impuestos o ambas cosas, es decir, si adoptan un régimen de austeridad.
La gran preocupación de varios países europeos, durante toda la primavera en el hemisferio norte, era si serían capaces de hacer frente a sus deudas. Hubo una rebaja de las calificaciones de crédito de los países; aumentaron los tipos de interés de la deuda soberana, y se presionó al euro fuertemente. Por último, el 10 de mayo, los ministros de Finanzas de la Unión Europea (UE), junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tomaron una decisión decisiva: la creación de un fondo de emergencia por valor de US$ 930.000 millones (€ 750.000 millones).
Para diversos expertos, el paquete de ayuda, anunciado mucho después de que estallara la crisis, no llegó en el mejor momento. El 27 de abril, la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s rebajó la deuda soberana de Grecia hasta el nivel de “bono basura”. Al día siguiente, los ingresos sobre los títulos de diez años del Gobierno griego alcanzaron un 11,24%. Pero el balance patrimonial del país ya había estado deteriorándose desde hacia años. El déficit presupuestario de Grecia este año superará el 10%, el ratio deuda/PIB alcanzó un 112% en 2009, y hay previsiones de que vaya a empeorar aún más durante los próximos años. Mientras tanto, la economía griega se reducirá un 4,6% este año, después de crecer, de media, más del 4% al año entre 1998 y 2007. Cuando se supo que se habían ocultado partes significativas de la deuda griega, el país se vio obligado a reconocer que sus problemas financieros habían pasado de graves a extremadamente graves.
Como consecuencia de eso, el 2 de mayo, el país aceptó el paquete de ayuda ofrecido por la UE y por el FMI por valor de US$ 146.000 millones. Junto con el dinero se impusieron restricciones severas a los socios europeos de Grecia, sobre todo por parte de Alemania. Una de las restricciones más contundentes exigía a Grecia que redujera el déficit anual del presupuesto a menos del 3% del PIB en 2014, una medida que exigirá recortes de gastos del 5,3% del PIB, aumento de los impuestos del orden del 4% del PIB, además de reformas económicas que, se espera, estimulen el crecimiento económico.
Desde que Grecia aceptó la ayuda, ningún otro país europeo se ha visto forzado a recurrir al fondo de emergencia, aunque la UE y el FMI —pocos días después de salvar a Atenas— anunciaron la existencia de un fondo de ayuda por valor de US$ 930.000 millones para países con graves problemas fiscales en la zona del euro. Si un país cualquier decide aceptar esa oferta, sabe que tendrá que enfrentarse a medidas de austeridad semejantes a las de Grecia.
Recortar gastos para crecer
En el caso de algunos países europeos con problemas financieros, la cuestión de la austeridad tal vez no haya sido nunca un problema. Cosas más graves, dicen los expertos, sobre todo respeto a la escala y al tiempo, así como si la austeridad exigida sería adecuada para la envergadura del problema. En un mundo ideal, un país endeudado simplemente encontraría una solución a sus dificultades por medio del crecimiento. En el caso de Grecia, por ejemplo, la escasa posibilidad de crecimiento económico es considerada por mucha gente como parte sustancial de la razón por la cual el futuro fiscal que espera al país es sombrío.
Una segunda estrategia consistiría en reprogramar o reestructurar la carga tributaria —en realidad, un impago negociado—, pero esa solución es muy problemática. “La reestructuración sería racional en algunos casos”, dice Gultekin, “pero en tales circunstancias, los mercados se quedarían paralizados y francamente desestabilizados”. Una tercera opción sería devaluar la moneda, una medida que puede dar vida nueva a la economía abaratando los productos. Pero el país, al estar en la zona del euro, no tiene control sobre su moneda y tendría que dar un paso radical: salirse de la eurozona para hacer posible la devaluación.
Como tales alternativas no están disponibles o son demasiado amargas, los países en dificultades se ven obligados a recurrir a ayudas financieras o a “la bondad de extraños”, observaRichard J. Herring, profesor de Finanzas de Wharton. Sin embargo, es normal que tales paquetes de ayuda traigan consigo medidas de austeridad. Aunque el concepto detrás de la austeridad sea simple, hacer que se cumpla en la práctica no es nada fácil. En primer lugar, los accionistas —principalmente los sindicatos laborales europeos— tienden a resistirse con fuerza a tales medidas. Ese conflicto ha sido muy evidente en Europa durante los últimos meses. El 5 de mayo, en Atenas, la violencia se hizo patente en las calles durante las protestas contra los recortes en los gastos del orden de US$ 38.000 millones que reducían los salarios de los funcionarios, aumentaban impuestos sobre los cigarrillos y el alcohol e introducían normas más severas para la jubilación. El saldo fue de tres muertos, lo que no impidió que la ley fuera aprobada al día siguiente. El 16 de junio, sindicatos franceses anunciaron que convocarían una huelga para el día 24 para protestar contra la intención del Gobierno de elevar la edad de jubilación de 60 a 62 años. Los sindicatos españoles amenazaron con una huelga en septiembre para protestar contra medidas como el recorte de salarios en el sector público en un 5% y la reducción del montante de la indemnización a los trabajadores despedidos.
El segundo desafío a la introducción de medidas austeras se debe al hecho de que los problemas fiscales, como bien se sabe, suelen manifestarse de forma más grave en los peores momentos del ciclo económico: durante las recesiones y las recuperaciones frágiles. En momentos así suben mucho los gastos del Gobierno, ya que la población desempleada necesita desesperadamente el salario de desempleo y otros servicios. Al mismo tiempo, la recaudación de impuestos sufre las consecuencias de la desaceleración económica. El resultado, según los especialistas, son desequilibrios fiscales controlables que pueden, de repente, volverse incontrolables. Los planes de austeridad son normalmente anunciados en esos momentos, sin embargo una característica desafortunada de las medidas tomadas es que reducen la demanda agregada, lo que puede empeorar las dificultades económicas del país o incluso contribuir al surgimiento de un ciclo de deflación. Muchos historiadores económicos creen que tales políticas contribuyeron a que el mundo tomara el rumbo que llevó a la Gran Depresión.
El gran debate
“Existe una discusión muy grande en torno a las medidas de austeridad: ¿tienen sentido o podrían acabar perjudicando la recuperación del país?”, se pregunta Mauro F. Guillén, profesor de Gestión de Wharton. Uno de los expertos que más cuestionan esa austeridad en el escenario económico actual es el profesor de economía de la Universidad de Princeton, Paul Krugman, que ha usado su columna en New York Times para defender la idea de que países como Alemania y EEUU sólo conseguirán profundizar el desempleo recortando gastos en un momento en que la economía mundial se encuentra en una situación de fragilidad. Alberto Lesina, profesor de economía de la Universidad de Harvard, tiene un punto de vista diferente: “El recurso a la austeridad en la gestión de los gastos tendrá un efecto limitado sobre el crecimiento, si es que lo tiene”.
No importa de que lado se posicionen las personas, otra cuestión es la forma en que se introducen esas medidas, mucha gente aún asocia ese tipo de cosas a las políticas tan criticadas por el FMI en el pasado. Durante la crisis financiera asiática de finales de los años 90, por ejemplo, el FMI aconsejaba a los países desesperados como Indonesia a no sólo aumentar impuestos y recortar gastos, sino también a elevar los tipos de interés y cerrar bancos. Para Herring, el FMI aplicó “la misma estrategia prefabricada que había aplicado en América Latina y que no tenía cabida en el caso de los problemas a los que se enfrentaba Asia”.
Esas medidas, de acuerdo con Christian Weller, profesor de políticas públicas de la Universidad de Massachusetts, han sido ahora “desautorizadas por aquellos que han seguido de cerca esos problemas”. La crisis de la deuda latinoamericana de los años 80 tenía que ver, en gran medida, con préstamos hechos por los gobiernos en moneda extranjera. Pero los gobiernos asiáticos, dice Weller, habían puesto en práctica una disciplina fiscal rigurosa y seguían una política monetaria saludable y, aún así, el FMI les exigió que “introdujeran medidas severas que, a fin de cuentas, empeoraban aún más una situación que ya era mala”. La crisis asiática, y también la crisis de Argentina de 2002, tenían que ver con préstamos privados contratados en gran cantidad en moneda extranjera. No se trataba de préstamos públicos. Las crisis estallaron cuando se volvió más difícil contratar nuevos préstamos.
Incluso los defensores del FMI ya no abogan por las medidas que defendían para Asia en los años 90, “han cambiado desde entonces de estrategia prefiriendo el análisis específico de las condiciones existentes”, dice Uri Dadush, director del programa de economía internacional de Carnegie Endowment of International Peace. “Adoptaron una posición minimalista”. De hecho, dice Dadush, las condiciones más severas impuestas a Grecia cuando el país aceptó el paquete de ayuda no fueron consecuencia de alguna imposición del FMI, sino de otras naciones europeas, incluyendo a Alemania, “muy presionada internamente para que Grecia fuera castigada”.
Pero la desconfianza respecto al FMI persiste. Gultekin destaca que, el año pasado, cuando países como EEUU estaban poniendo en práctica medidas sin precedentes de estímulo a la economía en respuesta a la crisis financiera mundial, el FMI no defendía ningún tipo de austeridad. Ahora que los países de la periferia de Europa se enfrentan a dificultades, “el órgano ha cambiado de posición. Por lo tanto, ahora la gente ve cierto cinismo en la institución”. Ese cinismo puede convertirse en un obstáculo no sólo para la introducción de medidas austeras, sino también para la adopción de otras reformas que, de acuerdo con muchos economistas, son necesarias para que los países con problemas fiscales en el sur de Europa puedan poner la casa en orden. En primer lugar, son necesarias reformas en el mercado de trabajo como, por ejemplo, la reducción de indemnizaciones elevadas y la eliminación de normas que hacen extremadamente difícil que se despida a alguien. En Grecia, en Portugal, en Italia y en España, dice Gultekin, “despedir a alguien es tan difícil que muchos empleadores prefieren no contratar”. Eso funciona como una especie de barrera al crecimiento, lo que ya es malo, pero también es complicado en términos fiscales porque, según explica Alesina, “cuando hablamos de la relación deuda/PIB, el numerador tiene que disminuir y el denominador, aumentar”.
¿Funcionará?
¿Las medidas de austeridad serán adecuadas para los problemas fiscales de los países del sur de Europa y de otras regiones? De acuerdo con los especialistas, la respuesta parece ser un sonoro “sí”, con la posible excepción de Grecia. La crisis fiscal griega es tan grave como se dice. El FMI prevé que la relación deuda/PIB del país llegará a cerca del 150% en 2012, aunque se impongan medidas extremadamente duras. Para algunos, como Dadush, será difícil imaginar una manera de que Grecia se escape del problema de la deuda. Él cree que “el país es el que más oportunidades tiene de necesitar reestructurar la deuda o de conseguir algún tipo de perdón”.
En otros países en dificultades en el sudeste europeo —Portugal, España e Italia—, la presión fiscal es grande, sin embargo menos severa que en la angustiada Grecia. De esos tres, Portugal es el que está en peor situación. Muchos creen que, después de Grecia, el país será el próximo en tener que reestructurar su deuda. La situación de España también es grave —el desempleo alcanzó el 19,7% en abril—, sin embargo, de acuerdo con Guillén, “el déficit presupuestario del país no es malo. Se trata de algo que se puede evitar, aunque el desempleo sea grande”. España ya ha empezado a tomar medidas para sanear sus desequilibrios fiscales: de entrada, se comprometió a reducir su déficit presupuestario primario a menos del 3% en 2012, frente a un 9,9% en 2010 y; en segundo lugar, ha dado los primeros pasos para poner en práctica una reforma laboral. Italia, por su parte, está en mejor situación que los demás, ya que el déficit del país, dice Dadush, “se encuentra dentro de límites razonables”.
Pero los problemas fiscales derivados de la crisis financiera internacional pueden ir más allá de la zona del euro. En Reino Unido, el primer ministro David Cameron anunció, algunas semanas después de tomar posesión, que sería preciso tomar decisiones dolorosas en relación al presupuesto en el futuro próximo. El día 22 de junio, su Gobierno detalló un plan que preveía recortes de US$ 168.000 millones y un aumento significativo de impuestos sobre ventas. Los gastos medios de los ministerios serán recortados en un 25%, mientras el impuesto sobre el valor añadido pasaría del 17,5% al 20%. Los números, sin embargo, indican que la capacidad de Reino Unido de honrar sus deudas es superior a la de muchos otros países. La relación deuda/PIB, por ejemplo, aunque sea alta — en torno a un 69% —, no es motivo de pánico. Igualmente importante es el hecho de que el RU tiene también una óptima reputación de Gobierno, asegurando a los inversores que, no importa lo que suceda, se les devolverá el dinero.
Además del continente europeo, los especialistas señalan a dos países que llaman la atención por la deuda enorme que poseen: Japón y EEUU. Japón, a primera vista, parece ser, entre las principales economías del mundo, la que más problemas fiscales tiene. El ratio deuda/PIB del país es de un asombroso 219%. El nuevo primer ministro japonés, Naoto Jan, anunció el día 11 de junio que la carga tributaria podría llevar, un día, a una situación de crisis semejante a la de Grecia. De momento, sin embargo, observadores de fuera de Japón no parecen muy preocupados con la situación fiscal del país. Eso se debe, en gran medida, al hecho de que la deuda japonesa está denominada en yenes y es financiada en buena parte por los propios japoneses a tasas de interés muy bajas. Por lo tanto, observa Takatoshi Ito, profesor de la Escuela Superior de Economía de la Universidad de Tokyo, “cuando tenga lugar una crisis fiscal en Japón, el resto del mundo también se verá afectado, pero en grado mucho menor que con la crisis subprime en EEUU y en otras crisis parecidas”.
Sin embargo, para un país que tiene una deuda monumental, ¿qué tipo de medida austera estaría en condiciones de resolver su problema? Ito recomienda el aumento gradual del impuesto sobre el valor añadido, cuya cuota actual es del 5%, hasta un 25%. De acuerdo con Dadush, Japón no está bajo una amenaza inmediata de crisis: “Ellos aún tienen algún espacio de maniobra. Pero si de aquí a tres años están en la misma situación de ahora, habrá dificultades”. Ito cree que lo mismo vale para EEUU, un país cuyas finanzas se encuentran bajo considerable estrés a causa de la baja recaudación de impuestos como consecuencia de la crisis financiera mundial, además del incentivo a los gastos y del dinero utilizado para financiar las guerras de Afganistán y de Oriente Medio.
Sin embargo, el desgaste más serio y más a largo plazo para las finanzas americanas ocurre como consecuencia del aumento de los gastos de salud, lo que tiene como resultado un escenario fiscal “nada agradable”, dice Kent Smetters, profesor de Seguros y de Gestión de riesgo de Wharton. “Las deficiencias son enormes, especialmente en Medicare”. Smetters resalta que los desfases fiscales proyectados representan, en valores actuales, prácticamente el doble del valor de los títulos de capital del país: sus “tierras, edificios, casas y empresas privadas y públicas”. Pero, como en el caso de Japón, los inversores no manifestaron, de momento, un nerviosismo muy grande en relación a la deuda americana. Gultekin dice que la situación de reserva monetaria mundial del dólar americano “es un factor tremendo de flexibilidad”.
Aunque diversos países, Europa y otros se hayan metido en problemas a causa de préstamos excesivos, “se aprende reparando”, dice Gultekin. “En las democracias, y en cualquier lugar, no se aprende nada si no hay que enfrentarse a sus propios problemas”.

Thursday, February 4, 2010

¿Cambiará Nexus One el sector de los móviles?


El 5 de enero Google lanzaba en medio de un montón de fanfarria el Nexus One, su nuevo “superteléfono”. Durante la presentación ante la prensa, los ejecutivos de Google mostraron el elegante dispositivo, basado en el sistema operativo propio Android con servicios integrados como Google Earth, una herramienta con mapas online e imágenes vía satélite. El software de Google, combinado con un veloz procesador, representa una nueva categoría de teléfonos “tan potentes como un portátil de hace tres y cuatro años”, explicaba Andy Rubin, vicepresidente de ingeniería de Google en unas declaraciones. Las especificaciones han tenido en vilo a todo el sector tecnológico, e incluyen, entre otras, tecnología de reconocimiento de voz para dictar mensajes de texto y correos electrónicos, y un interface 3D.
Aunque el lanzamiento fue rápidamente eclipsado por el sorprendente enfrentamiento del gigante con China sobre temas de censura, el intento de la empresa de reescribir las normas del sector inalámbrico no ha pasado desapercibido. Para vender el teléfono prescindiendo de los suministradores de servicios en los que se basa el tradicional modelo de ventas, Google creó su propia tienda online. El objetivo: romper con las barreras de distribución y vender el Nexus One directamente a los consumidores. A través de la tienda online de Google, los consumidores puede comprar el Nexus One libre –sin suministrador de servicios-, por 529 dólares. El Nexus One puede adquirirse por 179 dólares con un contrato de dos años con T-Mobile. Google anunciaba que en el futuro ofrecería más dispositivos a través de su tienda online.
No obstante, la luna de miel no le duró mucho. Google ha recibido una oleada de quejas de sus clientes en relación con todo lo imaginable, desde la cobertura de la red inalámbrica hasta las pantallas táctiles con las que los clientes no son capaces de escribir, baterías que no duran una recarga o las altas cuotas asociadas con las devoluciones. Estos problemas además se acentuaron por el hecho de que los clientes sólo pudieran comunicarse con la empresa a través de los foros online o el correo electrónico; no había agentes “reales” para atender a los clientes.
“Cuando una empresa es completamente virtual y luego decide vender algo físico directamente, los retos a los que se enfrenta son completamente diferentes”, afirma Sergei Netessine, profesor de Gestión de las Operaciones y la Información de Wharton. “Es realmente atractivo vender un producto sin intermediarios, pero resulta inevitable que al final el cliente acuda a ti”.
Aunque Netessine y otros expertos reconocen que el arranque del Nexus One ha sido bastante tambaleante, en su opinión la empresa podría tener éxito en el largo plazo. La gran cuestión es si Google puede modificar la economía de un sector en el que el suministrador de los servicios de telefonía móvil impone la selección de aparatos que los consumidores pueden comprar, y si los consumidores estarán dispuestos a pagar una prima por adquirir un móvil libre.
Acabando con los guardianes
“¿Va a ser el Nexus One el producto que abra el espacio de los móviles?” se pregunta Kendall Whitehouse, director de nuevos medios de comunicación de Wharton. “Google quiere librarse del control que los suministradores de telefonía tienen sobre los dispositivos móviles, y que nos lleva a un mundo en el que eliges tu teléfono y suministrador sin un contrato. “Normalmente los clientes de telefonía móvil en Estados Unidos compran un teléfono vinculado a un contrato de dos años con suministradores guardianes como Verizon Wireless, AT&T, Sprint y T-Mobile. En muchos otros países los clientes compran los móviles independientemente del suministrador de telefonía.
Google también quería más control sobre la experiencia de sus clientes, así que la empresa decidió vender su propio dispositivo e integrar fuertemente el software y hardware. HTC, una destacada empresa fabricante de móviles con sede en Taiwan, fabricaba el Nexus One en base a las especificaciones de Google. Creada en 1997, la empresa es famosa por sus innovadores diseños en los móviles y ha sido una de las primeras en adoptar el sistema operativo Android de Google. El producto supone un esfuerzo de colaboración y cada empresa tiene su logo en la parte de atrás del teléfono.
No obstante, por el momento el Nexus One funciona en Estados Unidos principalmente con las redes de T-Mobile. Se espera que Verizon Wireless apoye el Nexus One en las próximas semanas. Lo que aún no está claro es si los esfuerzos de Google realmente abrirán el mercado de los móviles, permitiendo que el Nexus One compita con el iPhone de Apple, líder en la categoría de teléfonos inteligentes. Este modelo elegido por Google ¿significará que los consumidores se centrarán más en el propio dispositivo en lugar de considerarlo como parte del paquete ofrecido por el suministrador de servicios telefónicos? ¿Estarán dispuestos a pagar 500 dólares –en lugar de 199-, por tener un móvil desvinculado al suministrador?
Gerald Faulhaber, profesor de Políticas Públicas y Empresa de Wharton, cree que es poco probable que Google pueda convencer a los consumidores para que dejen de comprar los móviles subvencionados. “Las subvenciones son atractivas para mucha gente”, señala. El profesor de Marketing de Wharton Peter Fader está de acuerdo en que los consumidores necesitarán mucho tiempo antes de cambiar su comportamiento a la hora de adquirir un móvil. “Sí, los consumidores deberían tener más variedad y elegir si quieren comprometerse firmando un contrato, pero a la mayoría de la gente parece no importarle. Reconozco el mérito de Google por ir contracorriente, pero lo que está haciendo posiblemente no logre cambiar mucho las cosas”.
David Hsu, profesor de Gestión de Wharton, sostiene que Google perdió una gran oportunidad para cambiar el sector de los móviles. El enfoque adoptado por la empresa –vender un móvil libre de manera que los consumidores puedan adquirirlo sin un contrato con el suministrador-, también ha sido empleado por fabricantes como Nokia y Palm. En opinión de Hsu, la verdadera oportunidad de Google habría sido asumir pérdidas con el Nexus One y venderlo a un precio muy bajo para que su plataforma Android ganase cuota de mercado.
Según sostiene Hsu, Google necesita que más consumidores adopten su plataforma Android. Así conseguiría que se utilizasen más sus servicios, incluyendo el Google Maps, el servicio Google Voice –que agrega múltiples números de teléfono en una sola aplicación, o YouTube-, y por tanto también se vean muchos más anuncios. “El modelo de la empresa depende de que la gente utilice el móvil. Google debería haber subvencionado masivamente el teléfono y venderlo libre por 100 dólares. Google no tiene precisamente problemas económicos”.
Algunos han especulado que Google al final podría regalar los móviles. Durante la conferencia de prensa de Google un periodista preguntaba: “¿Dónde está mi móvil patrocinado por la publicidad?”. Whitehouse señala que, aunque ese día aún está bastante lejos, es interesante reflexionar sobre cuánto tiempo tardará Google en bajar el precio para ganar así cuota de mercado.
“Encontrando chivo expiatorio”
El Nexus One de Google generó muchos comentarios antes de su presentación a principios de enero, generando unas expectativas difíciles de satisfacer. No obstante, los clientes insatisfechos con el funcionamiento del teléfono se enfrentaron a un modelo de venta al por menor poco habitual y confuso. Por ejemplo, la página de ayuda de Google insta a los consumidores a escribir un correo electrónico a la empresa para cualquier cuestión sobre pedidos, precios, devoluciones o sus cuentas. La empresa también explica a los clientes que tengan problemas con el hardware, devoluciones o reparaciones que deben contactar con HTC, e incluye los números de teléfono en su propia página. Las preguntas relacionadas con el servicio deben dirigirse a T-Mobile, que en su página de ayuda incluye una línea directa de asistencia.
Bajo el modelo de móviles subvencionados, los clientes principalmente tratan con el suministrador, el cual coordina la resolución de problemas a través de sus agentes. Pero en el caso del Nexus One, si un cliente no tiene clara la naturaleza del problema podría verse envuelto en un fuego a tres bandas.
Faulhaber cree que los clientes del Nexus One tuvieron problemas a la hora de encontrar un “chivo expiatorio” si tenían un problema. “¿Qué ocurre si el teléfono deja de funcionar? ¿A quién vas a reclamar?” pregunta Faulhaber. “Normalmente es el suministrador el que se hace cargo de todo. Cualquiera puede comprar su propio descodificador, pero hay un motivo por el que la mayoría de la gente simplemente acepta lo que la empresa telefónica le ofrece: servicio”.
A algunos clientes también les molestó la tasa de “recuperación del equipo” del Nexus One. Google cobra a los consumidores 350 dólares si devuelven el Nexus One en los primeros 120 días. La tasa es adicional a la comisión por cese de contrato que el cliente pagaría al suministrador. Según Google, la tasa de recuperación del equipo “no es una multa, sino para cubrir los daños y perjuicios soportados por Google como consecuencia de la cancelación”.
Según la profesora de Derecho y Ética Empresarial de Wharton Andrea Matwyshyn, el fracaso de Google a la hora de proporcionar un buen servicio a sus clientes podría dañar el buen nombre que la empresa se ha ganado en los últimos años. “Tal vez Google no pensó en los posible efectos negativos sobre su buen nombre cuando decidió vender directamente los móviles”, explica. “Me sorprende que se estén introduciendo en el sector de este modo”.
Hsu añade que la logística asociada al comercio al por menor cae fuera de las competencias de Google. “Apple trabaja todos los detalles, pero Google no tiene sus múltiples puntos de contacto con los clientes. Parece ser que Google ha infravalorado el comercio minorista, la logística y los servicios al cliente” necesarios en semejante operación.
En opinión de Netessine, Google está cometiendo muchos de los errores de los suministradores de Internet de los 90, esto es, intentar prestar apoyo a sus clientes a través del correo electrónico. No obstante, dicho enfoque rara vez funciona. Los clientes quieren asistencia telefónica. “Hay que pensar cuidadosamente en las creación del apoyo a los clientes y los costes asociados. En caso contrario es mejor que vendas a través de un intermediario”. Es demasiado pronto para determinar si Google invertirá fuertemente en la venta directa de móviles, pero Netessine señala que, si la empresa es seria, tendrá que gastar dinero en cosas como centros de recepción de llamadas y reposiciones, en especial si en el futuro ofrece más aparatos con la marca Google.
Publicidad y Android
Expertos de Wharton creen que existen muchos motivos por los que Google desea introducirse en nuevos territorios como la venta directa de móviles, arriesgándose a despertar la ira de los consumidores. No obstante, el principal motivo es potenciar el despegue de Android. “En general, Google tenía que estar algo insatisfecha con el ritmo de innovación y adopción de Android”, explica Hsu. De hecho, en un informe la empresa afirmaba que el Nexus One está diseñado para mostrar lo que puede hacer Android si Google integra su software, servicios de Internet y hardware.
Por el momento el mercado de los móviles para la publicidad, software y servicios es muy apetitoso. “Todo el mundo sabe que los teléfonos inteligentes van a ser la próxima gran plataforma”, dice Whitehouse. “En el futuro la gente navegará online principalmente a través de los móviles”.
Faulhaber está de acuerdo. “Google reconoce que el mercado de los móviles es el próximo Internet. El modelo estándar –un PC para acceder a Internet-, es un mercado maduro. Google tiene que posicionarse para el futuro. No quiere ser Microsoft, que es una empresa basada en los ordenadores”. En general, Faulhaber cree que Google ha navegado bien en las aguas del sector de los móviles. Su plataforma Android está ahora presente en un montón de dispositivos, y Verizon, T-Mobile, Sprint y AT&T tienen teléfonos inteligentes con Android o planean introducirlo en 2010. Asimismo, aunque el catálogo de aplicaciones de Google para Android –con 18.000 aplicaciones-, es inferior al de Apple –con más de 100.000 aplicaciones-, ocupa un sólido segundo puesto.
Al igual que todo lo que hace Google, la estrategia final de la empresa con los móviles descansa en la publicidad, los datos y la conexión entre consumidores y empresas, dice Eric Clemons, profesor de Gestión de las Operaciones y la Información de Wharton, el cual sostiene que el gigante de las búsquedas realmente vende acceso a los clientes. “Google lee mis textos y sabe hasta cuándo tengo hambre. Google sabe donde estoy. Sabe que a mi amigo, con el que intercambio textos, le gusta la comida thai. Voilá, aparece un texto de Google ofreciéndome un descuento en un restaurante Thai cercano a donde me encuentro”.
¿La trampa? Para lograr dicha integración, Google necesita controlar múltiples partes de la cadena de alimentación de los móviles e integrar todas esas partes sin fisuras. “Se trata de hacer que todas las piezas de Google funcionen juntas”, dice Clemons. “En un solo click se podrá acceder a las búsquedas de Google, a YouTube, a Picasa, etc. Probablemente los competidores no puedan ofrecer un acceso tan fácil”.
Asimismo, Google necesita introducirse en el sector de los móviles para prevenir que Apple adquiera ventaja en publicidad a través de los móviles. Recientemente Google anunciaba planes para adquirir la empresa de publicidad a través de los móviles AdMob por 750 millones de dólares. Apple respondía con la adquisición de Quattro Wireless, otro especialista en publicidad en los móviles. Apple no ha revelado cuánto ha pagado por Quattro Wireless, pero algunos informes sugieren un acuerdo de 275 millones de dólares.
Expertos de Wharton esperan que Google y Apple experimenten con diferentes formatos de publicidad para los móviles. “La publicidad en los móviles tendrá que ser creativa”, dice Fader. “No serán simplemente banners. El otro extremo –que tu móvil te avise en cuanto pasas cerca de un Starbucks-, tampoco funcionará. Lo que funcionará será un enfoque totalmente nuevo e inteligente”.
Google: ¿Amigo o enemigo?
¿Cómo serán las relaciones entre Google y los suministradores de servicios móviles? Algunos expertos creen que Google apostará por un mundo en que los suministradores se conviertan en los denominados "dumb pipes", es decir, meros proveedores de conectividad, mientras todos los servicios con valor añadido se ofrecen a través de servicios de internet y software.
Muy a su pesar, las dos partes aún se necesitan la una a la otra. “Google y los proveedores tienen una relación complicada”, dice Whitehouse. Por ejemplo, Google sostiene que el espectro móvil debería abrirse al uso libre. Sin embargo, los suministradores han gastado miles de millones de dólares para adquirir el espectro que ya poseen. “Google es un socio fuerte con una plataforma atractiva que es buena para los suministradores, pero uno debe preguntarse cómo va a funcionar en el largo plazo”, añade Whitehouse. No obstante, no cree que la relación entre proveedores y Google sea un juego de suma cero. “Los suministradores aún obtienen ingresos gracias a las tasas de subscripción, la publicidad y las aplicaciones. No se trata de una situación en la que “el ganador se lo lleva todo”, pero los suministradores tendrán que vigilar a Google de cerca”.
Según Faulhaber, Google y los suministradores desarrollarán dos niveles en su relación. En cuanto al producto, las dos partes cooperarán. “Todo el mundo necesita hacer negocios con Google, así pues es un amigo”, dice. Sin embargo, “en el entorno regulador Google no es un buen amigo de los suministradores. Google quiere neutralidad, dump pipes y un espectro abierto. Es necesario que Google sea vista en Washington como algo peligroso para los suministradores”.
Matwyshyn dice que es bueno que Google tenga una relación complicada con los proveedores, ya que así puede innovar y presionar al sector para que se abra más. Al final, “veremos qué dice el mercado, pero las decisiones de Google pueden ofrecer más opciones a los consumidores”.

How Climate-Change Fanatics Corrupted Science



 
The climate scientists who covered up research and data on global warming that conflicted with their own views have given their profession a bad name. These scientists acted with something resembling religious fervor, leading to their concealing of important evidence about climate change.   
 
Quick, name the most distrusted occupations. Trial lawyers? Pretty scuzzy, as witness the disgraced John Edwards, kept from the vice presidency in 2004 by the electoral votes of Ohio. Used car dealers? Always near the bottom of the list, as witness the universal understanding of the word "clunker."
But over the last three months a new profession has moved smartly up the list and threatens to overtake all. Climate scientist.
First came the Climategate e-mails made public in November that showed how top-level climate scientists distorted research, plotted to destroy data and conspired to prevent publication of dissenting views. The British government concluded last week that the University of East Anglia's Climate Research Unit violated the nation's freedom of information act, although the violations occurred too long ago for prosecution.
Unfortunately, the cadre of climate scientists who have dominated public discussion and have controlled the IPCC have been demonstrated to be far, far less than trustworthy.
The CRU has been a major source of data for the Intergovernmental Panel on Climate Change, which for 20 years has issued alarms about supposed global warming. The e-mails conclusively establish the intellectual dishonesty of the climate scientists at the CRU and their co-conspirators.
Recently there have been even more shocking revelations. The IPCC has claimed that warming will cause the Himalayan glaciers to disappear by 2035. It turns out that that claim was based solely on a pamphlet published by the World Wildlife Federation, based on no science at all. The head of the IPCC was informed that a 1996 report said those glaciers could melt significantly by 2350, not 2035, but he let the claim stand.
As Christopher Booker writes in the Telegraph of London, "A Canadian analyst has identified more than 20 passages in the IPCC's report which cite similarly non-peer-reviews WWF or Greenpeace reports as their authority." Similarly, the Times of London reports that a claim that warming could endanger "up to 40 percent" of the Amazon rain forest came from an anti-smoking activist and had no scientific basis whatever.
"The global warming movement as we have known it is dead," writes Walter Russell Mead of the Council on Foreign Relations in The American Interest. "The movement died from two causes: bad science and bad politics."
Some decades hence, I suspect, people will look back and wonder why so many government, corporate and media elites were taken in by propaganda that was based on such shoddy and dishonest evidence. And taken in to the point that they advocated devoting trillions of dollars to a cause that was based on flagrant dishonesty and dissembling.
There was some basis for concern. If carbon dioxide emissions were the only factor affecting global climate, it is clear that increased emissions would tend to produce warmer temperatures over time. Those temperatures could create problems that rational societies would want to address.
But carbon dioxide emissions are not the only factor affecting global climate. Solar activity and water evaporation and countless other things do too. Climate scientists do not fully understand those things, and how they interact. It is rational for society to want to learn more.
Unfortunately, the cadre of climate scientists who have dominated public discussion and have controlled the IPCC have been demonstrated to be far, far less than trustworthy. Like the theorists who invented epicycles to explain away the failure of Ptolemaic theory to account for astronomical observations, they have distorted science in the interest of something that resembles religious dogma.
The secular religion of global warming has all the elements of a religious faith: original sin (we are polluting the planet), ritual (separate your waste for recycling), redemption (renounce economic growth) and the sale of indulgences (carbon offsets). We are told that we must have faith (all argument must end, as Al Gore likes to say) and must persecute heretics (global warming skeptics are like Holocaust deniers, we are told).
People in the grip of such a religious frenzy evidently feel justified in lying, concealing good evidence and plucking bad evidence from whatever flimsy source may be at hand.
The rest of us, and judging from polls that includes most of the American people, are free to follow a more rational path. In his State of the Union address, Barack Obama alluded to "the overwhelming evidence on climate change." But he felt obliged to add, "even if you doubt the evidence" -- an admission that the evidence is less than overwhelming. On a par with, it seems, the claims of trial lawyers and the assurances of used car salesmen.
Michael Barone is a resident scholar at AEI.
Photo Credit: davipt/Flickr/Creative Commons

La razón por qué a Washington le importan países como Haití y Honduras



Por Mark Weisbrot 

Este artículo fue publicado por el diario The Guardian Unlimited el 29 de enero de 2010. Si el texto a continuación aparece distorsionado, por favor pulse aquípara una versión sin errores de formato. Para ver la versión original en inglés, por favor pulse aquí. Si desea reimprimir este artículo, por favor infórmele a CEPR respondiendo a este mensaje. 

Cuando escribo sobre la política exterior de los Estados Unidos en países como Haití o Honduras, mis lectores frecuentemente me comentan que es difícil creer que estos países les importan lo suficiente al gobierno de los Estados Unidos como para intentar controlarlos o derrocar a sus gobiernos.  ¿Por qué les importaría a los responsables de política en Washington quiénes gobiernan países tan pequeños y pobres con pocos recursos naturales y mercados subdesarrollados?

Desafortunadamente sí les importa y les importa mucho.  Haití les importa lo suficiente como para derrocar al Presidente Jean-Bertrand Aristide dos veces.  La primera vez, en 1991, fue clandestina.  Nos enteramos después del hecho que los responsables del golpe fueron financiados por la CIA.  Además, Emmanuel Constant, el líder del escuadrón de la muerte más notorio en Haití - que mató a miles de los partidarios de Aristide - le contó al noticiero CBS que el también fue financiado por la CIA.

La participación de los Estados Unidos en el golpe de 2004 fue mucho más obvia.  Washington lideró la suspensión de casi toda la ayuda internacional a Haití, asegurando la eventual caída del gobierno.  El New York Times informó que al mismo tiempo que el Departamento de Estado le insistía a Aristide que llegue a un acuerdo con la oposición política (financiado por millones de dólares estadounidenses), el Instituto Internacional Republicano le decía a la oposición que se niegue.

En Honduras durante el último verano y otoño, el gobierno de los Estados Unidos hizo todo lo posible para evitar que el resto del hemisferio arme una efectiva oposición política al gobierno golpista hondureño.  Por ejemplo, bloquearon una medida dentro de la Organización de Estados Americanos que no reconocería el resultado de las elecciones celebradas bajo la dictadura.  Al mismo tiempo, el gobierno de Obama públicamente fingió estar en contra del golpe.

Desde el punto de vista de relaciones publicas, esta estrategia solo fue parcialmente exitosa.  La mayoría del público estadounidense piensa que el gobierno de Obama estaba en contra del golpe; pero al llegar noviembre del año pasado aparecieron numerosos informes y hasta críticas editoriales que Obama cedió a la presión Republicana y no hizo lo suficiente.  Pero esa era una mala interpretación de lo que sucedió en verdad: la presión Republicana simplemente cambio la estrategia mediática del gobierno, no su estrategia política.  Los que siguieron los hechos de cerca desde el comienzo entendían que la estrategia política era trabar y limitar cualquier esfuerzo para restituir al presidente democrático y al mismo tiempo fingir que el retorno a la democracia era el objetivo.

Los gobiernos de América Latina entendían esta estrategia, incluyendo el influyente Brasil.  sto es importante porque demuestra que el Departamento de Estado estaba dispuesto a pagar un gran precio político para ayudar a la derecha en Honduras.  De esta manera, el Departamento de Estado demostró a la gran mayoría de los gobiernos de Latinoamérica que su política en el hemisferio es idéntica a la del gobierno de Bush, lo que no es una conclusión muy apetecible desde el punto de vista de la diplomacia.

¿Por qué les importa tanto quien gobierna estos países pobres?  Como lo sabe cualquier buen jugador de ajedrez, los peones son importantes.  La pérdida de un par de peones al principio de un juego puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.  El gobierno de los Estados Unidos mira a estos países a través de la simple óptica del poder.  Le gustan los gobiernos que están de acuerdo con maximizar el poder de los Estados Unidos en el mundo y no aquellos gobiernos que tienen otras metas - aunque no estén necesariamente en contra de sus intereses.

Lógicamente, los aliados más confiables del gobierno de Obama en el hemisferio, aunque él mismo no es de derecha, son gobiernos derechistas como Colombia o Panamá.  Ésto resalta la continuidad de una política de control.  La victoria de la derecha en Chile la semana pasada (la primera vez que la derecha a ganado una elección en medio siglo) fue una importante victoria para el gobierno de los Estados Unidos.  La posible derrota del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva en las próximas elecciones presidenciales en Brasil significaría una victoria aún más importante para el Departamento de Estado.  A pesar  que funcionarios estadounidenses bajo las administraciones de Bush y Obama han mantenido una postura amistosa hacia Brasil, es obvio que le guardan profundo rencor a los cambios en la política exterior de Brasil, puesto que han alineado al país con otros gobiernos sociales democráticos, así como también  a sus posiciones independientes en torno al Medio Oriente, Irán y otros lugares.

De hecho, los Estados Unidos se ha entrometido en la política brasileña  recientemente. Por ejemplo, el año 2005 se organizó una conferencia para promover un cambio legal que le haría más difícil a legisladores cambiarse de partidos políticos.  Ésto habría fortalecido a la oposición al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula ya que el PT impone disciplina partidaria mientras muchos partidos opositores no lo hacen.  Esta intervención por el gobierno de los Estados Unidos sólo fue descubierta el año pasado tras una solicitud a través de la Ley de Libre Información (Freedom of Information Act) hecha en Washington.   Hay muchas más intervenciones ocurriendo ahora a lo largo del continente que aún no conocemos.  Los Estados Unidos ha estado involucrado en la política de Chile desde los 60s, mucho antes que organizaran el golpe contra la democracia chilena en 1973.

En Octubre de 1970, el Presidente Richard Nixon estaba maldiciendo al    gobierno social democrático del Presidente de Chile, Salvador Allende.  "¡Ese hijo de puta!" dijo Nixon el 15 de Octubre de 1970.  "Ese hijo de puta deAllende - lo vamos a aplastar."  Un par de semanas después explicó porqu:

"La principal preocupación con Chile es que Allende consolide su gobierno, y la imagen proyectada al mundo sea de su éxito… Si permitimos que posibles líderes en América Latina piensen que se pueden comportar  como Chile y tenerlos de ambas maneras, tendremos serios problemas…"

Esta es otra razón de porqué importan los peones.  Además, la pesadilla de Nixon se realizó un cuarto siglo después cuando países, uno tras otro, eligieron gobiernos independientes izquierdistas que Washington no quería.  Los Estados Unidos terminó "perdiendo" a la mayoría de la región.  Pero están intentando recuperarlos, un país a la vez.

Los países más pequeños, pobres y cercanos a los Estados Unidos corren el mayor riesgo.  Honduras y Haití tendrán elecciones democráticas algún día, pero sólo cuando se disminuya la influencia de Washington en sus políticas.  

Sunday, January 24, 2010

Another Scientific Scandal Involving the IPCC Climate Research Group


Glacier Meltdown: Another Scientific Scandal Involving the IPCC Climate Research Group



Global Research, January 23, 2010

Only days after the failed Copenhagen Global Warming Summit, yet a new scandal over the scientific accuracy of the UN IPCC 2007 climate report has emerged. Following the major data-manipulation scandals from the UN-tied research center at Britain's East Anglia Universitylate 2009, the picture emerges of one of the most massive scientific frauds of recent history. 

Senior members of the UN climate project, the Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) have been forced to admit a major error in the 2007 IPCC UN report that triggered the recent global campaign for urgent measures to reduce “manmade emissions” of CO2. The IPCC's 2007 report stated, “glaciers in the Himalayas are receding faster than in any other part of the world.” Given that this is the world's highest mountain range and meltdown implies a massive flooding of IndiaChina and the entire Asian region, it was a major scare “selling point” for the IPCC agenda. As well, the statement on the glacier melt in the 2007 IPCC report contains other serious errors such as the statement that “Its total area will likely shrink from the present 500,000 to 100,000 square kilometers by the year 2035." There are only 33,000 square kilometers of glaciers in the Himalayas. And a table in the report says that between 1845 and 1965, the Pindari Glacier shrank by 2,840 meters. Then comes a math mistake: It says that's a rate of 135.2 meters a year, when it really is only 23.5 meters a year. Now scientists around the world are scouring the entire IPCC report  for indications of similar lack of scientific rigor. 

It emerges that the basis of the stark IPCC glacier meltdown statement of 2007 was not even a scientific study of melting data. Rather it was a reference to a newspaper article cited by a pro-global warming ecological advocacy group, WWF. 

The original source of the IPCC statement, it turns out, appeared in a 1999 report in the British magazine, New Scientist that was cited in passing by WWF. The New Scientist author, Fred Pierce, wrote then, “The inclusion of this statement has angered many glaciologists, who regard it as unjustified. Vijay Raina, a leading Indian glaciologist, wrote in a paper published by the Indian Government in November that there is no sign of "abnormal" retreat in Himalayan glaciers. India's environment minister, Jairam Ramesh, accused the IPCC of being "alarmist." The IPCC's chairman, Rajendra Pachauri, has hit back, denouncing the Indian government report as "voodoo science" lacking peer review. He adds that "we have a very clear idea of what is happening" in the Himalayas.” [1]

The same Pachauri, co-awardee of the Nobel Prize with Al Gore, has recently been under attack for huge conflicts of interest related to his business interests that profit from the CO2 global warming agenda he promotes.[2] 

Pearce notes that the original claim made by Indian glaciologist Syed Hasnain, in a 1999 email interview with Pearce, namely that all the glaciers in the central and eastern Himalayas could disappear by 2035, never was repeated by Hasnain in any peer-reviewed scientific journal, and that Hasnain now says the remark was "speculative".

Despite the  lack of scientific validation, the 10-year-old claim ended up in the IPCC fourth assessment report published in 2007. Moreover the claim was extrapolated to include all glaciers in the 
Himalayas.

Since publication of the latest New Scientist article, the IPCC officially has been forced to issue the following statement: “the IPCC said the paragraph "refers to poorly substantiated estimates of rate of recession and date for the disappearance of Himalayan glaciers. In drafting the paragraph in question, the clear and well-established standards of evidence, required by the IPCC procedures, were not applied properly."

The IPCC adds,  "The IPCC regrets the poor application of well-established IPCC procedures in this instance." But the statement calls for no action beyond stating a need for absolute adherence to IPCC quality control processes. "We reaffirm our strong commitment to ensuring this level of performance," the statement said.” [3]

In an indication of the defensiveness prevailing within the UN's IPCC, Jean-Pascal van Ypersele, vice-chair of the IPCC, insists that the mistake did nothing to undermine the large body of evidence that showed the climate was warming and that human activity was largely to blame.He told BBC News: "I don't see how one mistake in a 3,000-page report can damage the credibility of the overall report."

Some serious scientists disagree. Georg Kaser, an expert in glaciology with University of Innsbruck in Austria and a lead author for the IPCC, gave a damning different assessment of the implications of the latest scandal affecting the credibility of the IPCC. Kaser says he had warned that the 2035 prediction was clearly wrong in 2006, months before the IPCC report was published. "This [date] is not just a little bit wrong, but far out of any order of magnitude. All the responsible people are aware of this weakness in the fourth assessment. All are aware of the mistakes made. If it had not been the focus of so much public opinion, we would have said 'we will do better next time'. It is clear now that working group II has to be restructured." [4]

The chairman of the IPCC, Rajendra Pachauri, has made no personal comment on the glacier claim. It appears he is as well shaken by the wave of recent scandals. He told a conference in Dubai on energy recently, "They can't attack the science so they attack the chairman. But they won't sink me. I am the unsinkable Molly Brown (sic). In fact, I will float much higher," he told the Guardian. His remarks suggest more the ‘spirit of Woodstock' in 1969 than of what is supposed to be the world's leading climate authority.

F. William Engdahl is the author of Full Spectrum Dominance: Totalitarian Democracy in the New World Order


Notes


[1] Fred Pearce, Debate heats up over IPCC melting glaciers claim11 January 2010, accessed in http://www.newscientist.com/article/dn18363-debate-heats-up-over-ipcc-melting-glaciers-claim.html?DCMP=OTC-rss&nsref=online-news.
[2] F. William Engdahl, UN IPCC Climate Change chief in Conflict of Interest ScandalDecember 27, 2009.
[3] Seth Borenstein, UN climate report riddled with errors on glaciers, AP, January 20, 2010.
[4] Ibid.

Tuesday, January 12, 2010

The Chávez Spiral



 
Venezuelan dictator Hugo Chávez is losing altitude fast. Since his election in 1998 he's proved a deft manager of chaos--an oil strike, fierce political opposition, an army rebellion, food shortages, etc. He has been kept aloft by doling out oil revenues to satisfy the poor majority that forms his loyal base, to blunt the effects of economic mismanagement and to buy off the military and collaborating oligarchs, who reap the benefits of government sweetheart deals.
With petroleum prices down around $71 a barrel from a high of $147 the Venezuelan government is struggling to make up for the revenue shortfall to save programs that placate the poor by providing cheap food, fuel and other government giveaways. Making matters worse, the once mighty Venezuelan petroleum industry has been laid low by politicization, corruption and mismanagement; rather than producing 3.3 million barrels per day, industry analysts believe the production is closer to 2.3 million. Instead of maximizing profits by producing its quota, Venezuela's state-run oil fields are either underperforming or have collapsed altogether. Refining capacity also is in steep decline so Venezuela must import gasoline to meet internal needs--buying it at the market rate, selling it to domestic consumers at the much lower subsidized price and eating the difference.
Since late November, the Venezuelan state has had to intervene in about 10 banks, several of which were operated by Chavista cronies. These banks were favored by the regime to handle billions in Venezuelan government deposits. According to published accounts, these alleged crooked bankers were supposed to squirrel away these billions for Chávez, his family, government ministers, loyal military officers and other accomplices of his criminal regime. Instead, they stole and squandered the funds and came under the watchful eye of international regulators who have begun to freeze accounts in foreign banks. Chávez has moved in to scrape what is left of the cash and control the damage to the banking sector.
As for life itself, Caracas has become by far the most dangerous city in South America. . .
These related crises are mounting; the economy shrank 3% last year, inflation has risen to at least 25% today and the regime is running out of band-aids.
On Saturday, Chávez was forced to order a drastic devaluation in the national currency, which he hopes will relieve the government's budget woes. Under his plan, some basic necessities are supposed to remain available at a lower exchange rate, with other goods becoming twice as expensive. Critics say this dual system invites corruption and distorts the marketplace, while inflation is expected to rise another 3% to 5% and consumers will find it increasingly difficult to obtain imported goods.
Adding to the economic crisis is a drastic shortage of electricity. Last month Chávez ordered a rationing scheme after the state-run power company predicted a "national collapse" in April. He blames the crisis on a drought that has sapped the country's hydroelectric plant in the Guri Dam on the Caroní River. The problem is petroleum-fueled generators are failing too, with turbines lacking adequate fuel or shut down in disrepair. The electricity shortage is the result of gross mismanagement and underinvestment in the power sector to meet demand that has grown by 40% since 2002. Some experts say an $18 billion, multiyear modernization is required just to meet current needs.
The Venezuelan people also are enduring routine food shortages due to price controls that have discouraged domestic production and Chávez's repeated interruptions in trade with neighboring Colombia, upon which Venezuelans are increasingly dependent for consumer goods. With the blackouts disrupting domestic production and the currency devaluation, Venezuelans can expect increasing scarcity of the basic necessities of life.
As for life itself, Caracas has become by far the most dangerous city in South America; In September 2008 Foreign Policy magazine listed it among the "murder capitals of the world," noting that the homicide rate had grown by 67% since Chávez took power, even according to suspect official statistics. Chávez governs through cronyism and corruption to reward his friends and harass his opponents. His regime also conspires with drug traffickers who fuel criminal gangs that prey on innocent Venezuelans. This culture of lawlessness has gutted the police force and courts and undermined the quality of life of every citizen, rich or poor.
In the past, Chávez has been able to throw money at problems--to placate a restless public, suborn the military, turn out loyal mobs or overwhelm an opposition campaign. However, it is impossible to rebuild massive power generators, a professional police force, honest courts, crumbling roads and bridges from one day to the next. It also would take years to restore private food production and transportation capacity, even if the regime were to reverse its relentless hostility to the free market.
Although the Venezuelan people have found life increasingly unbearable, many of them have come to depend on the patronage of a strong state or remain suspicious of the traditional political leaders who have yet to present a viable alternative to Chávez.
While the regime scrambles to deal with the crises of its own making, this would be an opportune time for the democratic opposition to issue a pledge to restore Venezuela:
  • The rule of law must return, beginning with an offensive against crime, the professionalization of the police and the courts and accountability of the state before the people.
  • International giveaways to Chávez's client states must end, and funds should be returned to the Venezuelan people.
  • Billions in stolen revenues must be recovered, which shall be used to rebuild the nation's crumbling infrastructure and to restore the oil industry.
  • Collusion with drug traffickers, terrorist groups and criminal gangs that are waging war against Venezuelans and their neighbors must stop.
  • Military and other security officials must be loyal to the nation rather than a destructive political project.
  • Cubans, Iranians and other foreigners who are exploiting Venezuela must leave the country.
  • No young Venezuelan should lose his or her life to wage war with Colombia, and peaceful ties will be cultivated with all democratic nations.
  • A government of national unity, reconciliation and reconstruction must be built upon free and honest elections, beginning with election of a new National Assembly this year.
The only thing worse than a dictator is an incompetent one. Every day, more Venezuelans must recognize that that the current systemic crisis is unbearable, unsustainable and, if they say so, unnecessary. Chávez's engines are sputtering--the only question is whether Venezuelans are prepared to crash and burn with his regime.
Roger F. Noriega is a visiting fellow at AEI